martes, 30 de octubre de 2018

Las vidas posibles



Las vidas posibles
Isabel Ortega Fernández
Bohodón Ediciones





Una historia de tragedias, de dudas, de ahogo; 

pero también de superación, de lucha, de heroicidad.



Abogada en la treintena, Inés vive sola en un bonito apartamento en el centro de Madrid. Su puesto en uno de los despachos más reputados de la ciudad le ha proporcionado una situación económica desahogada. Sin embargo, no es feliz, se siente insatisfecha; su trabajo no le gusta y, lo que es peor, la ha separado de la música, la gran pasión que desde su adolescencia la unió para siempre a su tía Julia. Marcada por una infancia dolorosa y criada en un ambiente familiar asfixiante, Inés no termina de encontrar el amor y le parece estar viviendo la vida de otra persona. Su agobiante profesión la ha sumergido en una deriva que la aleja cada vez más de sus propios anhelos. 

Incapaz de salir de ese remolino que la ahoga, la repentina enfermedad de dos de sus seres más queridos ―su madre, Beatriz, y su tía Julia― será el revulsivo que necesita para enfrentarse a su realidad e iniciar un proceso de búsqueda que, de una vez por todas, la conducirá a tomar las riendas de su propia existencia. Emprenderá así un viaje interior con una mirada compasiva hacia su pasado que le abrirá las puertas a un futuro distinto del que, resignada, se había imaginado para ella. Valiente, sincera y decidida, estará dispuesta a todo con tal de aprovechar la nueva oportunidad que la vida le brinda.

Bonita, emotiva y decidida, esta obra tiene todas las papeletas para convertirse en una obra de referencia y superación.


Así comienza esta maravillosa historia:

-¿Pongo el atril en esta bolsa? -preguntó Inés a su tía Julia, que se afanaba en guardar con mimo su violonchelo.
-Sí, por favor -contestó Julia mientras ponía especial cuidado para que la pica no se enganchase en la funda-. Y también los programas que han quedado dispersos por los bancos; así avanzamos más rápido. Los domingos hay una misa muy temprano y el párroco nos ha pedido que dejemos todo recogido.
-¡Marchando! -exclamó Inés con entusiasmo, encaminándose hacia ellos.
-Gracias, Inés -añadió Julia, sin apartar la vista del instrumento-. Todo el mundo se ha ido, pero aquí sigues tú, siempre estás ahí.






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