Atila
William Napier
La esfera de libros
"Lo cierto es que tuve un profesor malísimo de Historia en el colegio y hacía que la materia fuese muy aburrida". Esto cuenta William Napier, que acaba de publicar una trilogía novelada sobre Atila (La Esfera de los Libros). Lo cierto es que el tedio tiene una fuerza negativa inmensa y puede justificar obras enteras (muchos dibujantes han comenzado su trabajo cuando debían estar tomando apuntes). Porque la propuesta de Napier, lúdica y melodramática, suena un poco a rechazo y a resarcimiento de aquellas clases soporíferas, originarias.
'El juicio final', 'Los hunos a las puertas de Roma' y 'El fin del mundo vendrá del este' son tres actos atados al rey de los hunos con mucha libertad, o sea con "imaginación histórica", por usar una expresión de Napier. "Consiste básicamente en rellenar los huecos que hay entre los hechos históricos". Y en este caso hay mucho hueco. Se desconoce casi totalmente qué fue de Atila hasta los 35 años. Nació aproximadamente en el 398 y murió unos 53 años después. Juventud velada como la del Dios de los cristianos. Napier cuenta que su reino, los hunos (tras los cuales no crecía la hierba, según se dice) tienen un origen difuso. "No sabemos nada de su religión, de su lengua, de su estructura social, de su arquitectura", explica.
Lo que sí sabemos es que se lanzaron a devorar los restos de Roma en el siglo V junto con los vándalos y los godos. Los historiadores romanos dieron buena cuenta de ello. Los hunos ("los más destructivos y peligrosos de los bárbaros") no asimilaron nada de la gran civilización y, sin instituciones, apenas sobrevivieron a su líder.
"Me basé mucho en los indios norteamericanos para recrear su cultura, que también giraba en torno al caballo". Para ellos eran seres sagrados y sin embargo se los comían. "Siempre sacrificamos a nuestros dioses", señala Napier, para adornar, sonriente, la paradoja. Pero esto es una novela histórica y aquí Atila vive unos años de su juventud en Roma y se hace amigo de Aecio, que llegaría a ser comandante en jefe de los ejércitos del imperio de Occidente. O lo que es lo mismo, amigos enfrentados en un mundo enfrentado; el fuego y el hierro de esta contraposición estallaron en la batalla de los Campos Cataláunicos (451. d.C).
También fue Atila desterrado de su pueblo por su tío (según la versión libérrima de Napier) y volvió más tarde al trono, con ambiciones y resentimiento, con la mecha encendida. Napier se mueve por estadios emotivos para acercarnos a su maligno protagonista: "Los villanos como Atila son atractivos y carismáticos", asevera.
En Roma gobernaba Gala Placidia. Hija del emperador Teodosio I, dominó el poder a través de su hermano y de su hijo Valentiniano. No llegó a ver ella el desenlace de la reyerta final entre su ejército y el del caudillo feroz, "Azote de Dios". Muchas cosas cayeron después de eso. El mismo Atila sobrevivió dos años. Nadie sabe dónde está enterrado. Se conocen cosas demasiado grandes de este guerrero como para no volver a él y a la vez se sabe demasiado poco como para no dar pie a la "imaginación histórica".
Ahí está el tríptico de Napier sobrevolando los fantasmas de Roma, con su gesta de villanos heroicos, entre los datos y la gratuidad, sin salirse, eso sí, de lo verosímil. Napier ha dado rienda suelta a su teclado como quien corre por las escaleras huyendo de las aulas para hacer pira de unas infinitas lecciones de Historia. Aquellos tiempos oscuros que abrieron el medievo le han servido para saltarse algunos rigores y plasmar la guerra sobre el mundo.
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