Un hombre normal
Eva Barro
Bohodón Ediciones
Para mi es un placer publicar la reseña de "Un hombre normal", puesto que la autora, Eva Barro, fue una antigua profesora mía.
Con más de 110 premios literarios y finalista del premio Fernando Lara en 2017, Eva es una de esas autoras que no puedes dejar de leer si te gusta la buena literatura.
En esta ocasión, cambia su usual narradora femenina por un protagonista masculino, reto al que se ha enfrentado con muy buenos resultados.
Arturo, experimentado profesor de Física, pide la excedencia para abstraerse de la realidad y tal vez analizarla a distancia, para encauzar su vida tras los extremos soportados, darle reposo a su espíritu y descanso a su cuerpo. Las leyes científicas, que domina bien, le son insuficientes para encontrar la paz. En el norte, hacia el que orientará su viaje, descubre la importancia de las raíces; las suyas tienen un arraigo insospechado a orillas del mar Cantábrico y otro en las montañas cercanas coronadas de nubes.
Ha luchado contra la vida, le llegó la hora de vencer: a los fantasmas del pasado, al sufrimiento de la enfermedad, a las malas decisiones, a la soledad y a la incertidumbre; llegó el momento de caminar libre y carretera arriba, de trocar el gris por el delicioso color del flan, de subir rebasando el miedo hasta encontrar el amor, de crecer incluso ante la probabilidad de desarrollar el terrible síndrome de Steinert.
En la presentación de este libro, la autora planteaba qué es ser un hombre normal, ante lo que filosofaba sobre la irrisoria ironía del término en sí mismo, puesto que cada uno tiene su propia personalidad, sus propias rarezas y su propia normalidad.
Así comienza esta maravillosa novela:
Llovía, llovía, llovía. A cántaros, con regularidad, al límite de la capacidad del limpiaparabrisas en modo rápido. El ritmo constante me proporcionaba cierta confianza, como si, a pesar de la visibilidad escasa, todo estuviera controlado, porque la monotonía hace previsible lo que ocurrirá en los próximos segundos, en el minuto siguiente, al cabo de un cuarto de hora; una pauta uniforme permite predecir y tranquilizarse. Los humanos necesitamos seguridad, por eso somos muy dados a la rutina, y a la adivinación que nos permita prolongarla. Así que seguí adelante, sin pensar demasiado, preocupándome nada más que de controlar el coche y no perderme.
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