El hijo de las cosas
Luis Mateo Díez
Editorial Galaxia Gutenberg
Dos hermanas y un hermano forman un trío familiar tan habitual que apenas nos llama la atención. Dos hermanas que asumen, con frecuencia, una responsabilidad afectiva que cobra todavía mayor relieve cuando los padres faltan. Ellas son dos personajes cruciales en esta novela que nos sorprende con un giro de humor ácido llevado a sus últimas consecuencias, intensificando el aliento desorbitado de su escritura expresionista. A las dos hermanas les ha caído en esta historia, que no concede sosiego al lector, un hermano tarambana, disoluto, lo que podríamos considerar una penosa herencia que puede llevarlas a la ruina moral y material, si se descuidan. Como es habitual en la narrativa del autor, las protagonistas están arropadas por cientos de magistrales secundarios que las amparan y ayudan o, en el peor de lo casos, las ponen de los nervios.
La historia nos lleva por derroteros sorprendentes, inusitados o absurdos. Ellas no cejan en el empeño de salvar al hermano, un hijo de las cosas que tanto merece lo que no es capaz de ganar, como si en su vida todo se lo debieran. "Un trío que siempre me ha fascinado y que es muy propio de las familias", describe Luis Mateo Díez (Villablino, 1942) a los protagonistas de la novela. El resto de personajes extraños y estrambóticos "dan sentido a una fábula desconcertante que tiene también mucha melancolía, pero sin caer en la tragicomedia".
"El humor es lo más difícil. No se puede inventar. Hay que tener una concepción irónica de la vida. He hecho muchas novelas con un punto de tragedia, que tienen mucho que ver con mi propia existencia, pero en esta retomo esta opción en la línea de un humor expresionista, mucho más divertido", asegura el escritor leonés sobre El hijo de las cosas, definida por los editores como su novela más divertida. "Se trata de una fábula tan verdadera como inquietante, entre la risa y la melancolía, sobre los sentimientos manipuladores, la impostura de los afectos, las coartadas de los bienes familiares, la desgracia de lo que tan penosamente se reparte en las responsabilidades de las hermanas y los hermanos", completan desde Galaxia Gutenberg.
El hijo de las cosas permite al escritor reconciliarse consigo mismo. "Hago un esfuerzo por rescatar esa veta humorística", insiste. Aunque cambia el tono, los lectores pueden distinguir fácilmente el mundo de las ciudades de sombra y ese tiempo indeterminado en el que transcurren la mayoría de sus novelas.
Os dejo el primer párrafo de la obra, cortito pero suficiente para engancharnos:
Las hermanas Corada decidieron llamar al juez Beraza cuando después de cuarenta y ocho horas su hermano Cano no había dado señales de vida.
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